El lado bueno de las cosas

Después de perder su casa, su trabajo, su esposa y pasar ocho meses en prisión, Pat Solatano termina con sus padres. Está decidido a reconstruir su vida y reunirse con su esposa, sin embargo sus padres insisten con compartir su obsesión por las Águilas de Filadelfia. Las cosas se complican cuando Pat conoce a Tiffany, que le ofrece ayuda para reencontrarse con su esposa si a cambio hace algo muy importante.

Todos los tics del Russell más reconocible se encuentran a la vista en esta historia de amor y transtorno mental, en la cual (éxito garantizado) muchos apenas verán más allá de su porte risueño y sentimentalista. El lado bueno de las cosas es una tragicomedia de cadencia irresistible, gags eficaces y fulgurantes pugilatos verbales, bajo su gesto benigno e integrador. Y, afortunadamente, esgrime, además de un tono voluble y abierto al matiz, un optimismo maníaco cercano a cotas de enajenación ya no tan divertidas.

La película presenta a una persona con una de las enfermedades mentales más comunes en la actualidad como es el trastorno bipolar, una enfermedad que altera las emociones y pensamientos de quien la padece de forma radical estando en el top 1 de enfermedades mentales que generan más suicidios.